Todavia tienes una anecdota dentro de un cine porno? Aun existen en tu ciudad? Pues dale una mirada a esta pagina y te daras cuenta que no eres el unico. Si tienes alguna experiencia que contar .... estamos ansiosos de conocerla.

sábado, 18 de agosto de 2012

Ese condón que debo en un cine porno




Extraido originalmente de : http://goo.gl/Bkx2o

Hace mas de 10 años atrás cuando era un chiquillo arrecho (ok, las cosas hay que decirlas por su nombre) e iba asiduamente a los cines porno en busca de encuentros furtivos con hombres, era ineludible ver a algunas travestis solapas.
¿Qué es una travesti solapa?
Pues en realidad son hombres que apenas llegaban al cine se “feminizaban” (por no decir se mariconizaban)polos una talla menor, pantalones apretados, perfumes femeninos, un coqueto y puteril chicle en la boca completaba la transformación.

Yo iba normal, y me quedaba ahí viendo que posible prospecto de chico podría conseguir, ir de cacería en cines heteros era divertido a veces te aburrías a morir, pero a veces encontrabas algo bueno.
La frecuencia en la que iba permitió que algunas de “las chicas” me conocieran, había una en particular que al parecer le gustaba, o no sé, siempre me hacia el habla.

Se llamaba Miguel, me contó que era auxiliar en un colegio, vivía con su madre y creía mucho en los astros, también leía la mano, no recuerdo sus predicciones pero a veces solía decir “todos los capricornio son bien cuidadosos y analíticos”, y me miraba buscando mi sorpresa al adivinar mis características, pero en realidad nunca la chuntó el pobre, pero me caía bien y yo le seguía el juego.
Miguel tomó confianza conmigo y cuando me veía en el cine me saludaba así: ¡Ayyy, Muñeca!, yo sonreía (porque la oscuridad del cine hacia que pasara desapercibido, felizmente), a él le decían Roxy, todas las chicas teníamos su nombre en femenino en el cine. Pero yo la recuerdo como Lili Marlen.

Es que en el escándalo que a veces se producía por la jauría de gays en la parte de atrás de la sala, Miguel solía cantar: Yo busque la muerte, casi la encontré/ nunca me escribiste, nunca te escribí /pero maté pensando en ti/ Jamás lloré, jamás reí/ por ti Lili Marlen, por ti Lili Marlen…

Una vez, conocí un chico ahí, uno de esos agarres de turno y quedamos en salir a un lugar más privado, pero ambos éramos chiquillos, no teníamos mucho efectivo y nos iba a faltar para los condones, saliendo me crucé con Miguel, que me vio acompañado y sonrió súper cómplice,pásate un condón le dije luego te lo devuelvo. Lo vi varias veces más, nunca le devolvió el condón que le debía.
…………………………………………….
Después de años lo vi en el centro de Lima, ya estaba mayor, lo primero que dijo ¡¡¡Ayyyy Muñeca estas regiaaaa!!!. Me saludó con un beso en la mejilla (como siempre lo hizo), me deseó bendiciones, y me predijo que mi relación durará mucho. Ambos nos lamentamos de la no existencia de cine pornos ya, y al despedirme me dijo: Cuídate bello, me alegra que estés bien.

Si algún día te veo, te devuelvo el condón que me prestaste, por ti, mi estimado, Lili Marlen.

pd:si me lees frecuentmente sabes que ya escribí antes de mi frecuencia en cines porno cuando era adolescente
pd2:A Lili Marlen/ Miguel, lo vi el 2010 cuando salia del cineplanet centro, esa fue la última vez.
pd3:este post se iba a llamar "Cuando era una muñeca" o "Soundtrack personal: Lili Marlen".



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miércoles, 8 de agosto de 2012

Cinema XXX 5 horas continuadas en un cine porno. Léalo hoy




Leparis

Extraido de : http://goo.gl/2mH27

Estoy en un cine porno, y soy uno de los más de 50 espectadores viendo la misma escena de siempre: el sexo martillando que sube y baja, entra y sale. Todo está a oscuras. De pronto, entra a la sala una sombra femenina. Está a contraluz. Parece la reina de este cine ubicado en la avenida Colmena. Todas las miradas la persiguen mientras ella posa de butaca en butaca buscando un cliente. Pasa a mi costado y se detiene. Tira el cabello para atrás. Sus labios se acercan a mi oído para susurrarme el precio de sus servicios. Al voltear veo que lo único de reina que tiene es la maquillada y el vestido negro, porque es un hombre de unos 40 años, con la sonrisa chueca, vellos en el pecho, la voz ronca y una barba de tres días. ¡La abeja reina resultó ser un mariposón! Pero eso fue a las diez de la noche: cuatro horas después de que se iniciara esta historia.
*
Primera escena. Exteriores
Faltan diez minutos para las seis de la tarde. Estoy en la avenida Tacna con Nicolás de Pierola, antes llamada Colmena. Algunos rateros están en el paradero esperando arranchar carteras. Sigo por la avenida Colmena. Un loco habla solo buscando comida en los tachos de basura. Cruzo el jirón Calloma. Reconozco a una prostituta que sale en los diarios de 50 céntimos cuando la policía la para atrapando por “pepeadora”. Por fin llego al cine Le París, que en los años 50 era uno de los mejores de la ciudad. Las personas venían con su ropa de gala. Pero los tiempos cambian: ahora es un cine porno, y estoy vestido normal, con mis zapatillas sucias de siempre. Entro fijándome si alguien me vio. “Compañeras solo de noche, Placeres sobrenaturales y Demasiado deliciosa para ti”, serán las películas que veré hasta las once de la noche: cinco horas seguida. Le pago los cuatro soles a la boletera que es una ancianita con chal verde. Tal vez sea la única mujer que vea en estas horas, aunque ella solo mira las monedas. Un tipo pelado me rompe los boletos y me señala la sala. Antes de entrar miro sobre el hombro si algún conocido pasa. Nadie. Empujo la puerta.
Lo único que veo es una mujer desnuda masturbando a un hombre en la pantalla y nada más. Tropiezo con los escalones. Me quedo en las escaleras acostumbrándome a la oscuridad. Después de algunos minutos puedo reconocer sombras y, apoyado en la pared, me siento en la platea. Es desesperante. No sé quién está atrás mío,  a mi costado ni al frente. Escucho murmullos y el sonido de las butacas moverse. En la película, el hombre habla en ingles y la mujer, entre gemidos, en español. Eso no importa: el porno no tiene idioma. “Perfec ass”, brama el protagonista, eyaculando. Se escucha un aullido-gemido en las butacas de mi izquierda. Un espectador se ha masturbado. La arrechura le ganó. Se escucha el subir de su cierre y prende un cigarro. La llama, alumbra su rostro. Tal vez esa es la función de que los hombres vean porno: se imaginan ser los protagonistas de la película, un goleador, un campeón en el ring del catre.
Segunda  escena. Interiores
7:30PM. Ya van hora y media que estoy aquí. Han entrado dos policías a la sala. Recuerdo las palabras de un vendedor ambulante de la cuadra:” A veces hay batida y se llevan a los que no tienen DNI”. El mío se me perdió hace unos días. ¿Y si me lleva la batida? Qué le diré a mamá: “Má, me ha cogido la policía en un cine porno, por no tener documentos”. Los efectivos miran a todos lados y se sientan.  “Quiero tocarte el pito”, dice el hombre que fuma un cigarro tras otro.
Los policías se fueron a la hora y empiezan a llegar más personas. Un hombre camina despacio, da una ojeada a la oscuridad y se sienta a mi costado. ¡Pudiendo escoger uno de los más de 200 asientos libres! Me mira de reojo. Yo permanezco rígido sin volverme. Veo que su mano temblorosa se acerca poco a poco a mi pierna. Volteo a mirarlo con odio, pero él solo está viendo la  parte baja de mi bragueta. Milímetros antes que me toque grito: ¡PERMISO!, me paro y me voy al baño. No hay nadie.
Me echo agua en la cara y empiezo a orinar en uno de los tres urinarios.  Alguien entra al baño. Trato de apurarme, pero el hombre de terno ya se puso a mi costado también para mear. De reojo veo que me está mirando como sale el chorrito apresurado de orina. Él levanta los ojos y sonríe mostrándome un diente de oro. “Siempre vienes acá”, me pregunta subiéndose el cierre. “Nunca más”, le respondo saliendo del baño.

Me voy a mi asiento, pero sigue el mismo tipo, sudando. Sigo de frente y me siento en la parte de atrás. Noto que la mayoría de los espectadores están sentados acá. Falta dos horas para que termine la función. Escucho un sonido raro, como si alguien se estaría ahogando “Mmmch, mmch”. Saco el encendedor para fumar pero se cae al piso. Cuando estoy por recogerlo escucho de nuevo ese “sonido. Veo, a cuatro butacas mías, una cabeza subiendo a bajando a gran velocidad. El hombre gime. El otro hombre que le  estaba haciendo la felación se para y se limpia al boca. Ahora se baja el pantalón y se sienta sobre él.
Tercera escena. Muy de interiores
Trato de cerrar los ojos. Estoy aburrido y cansado de ver tanto porno. Sigo escuchando gemidos, las butacas moverse, risas. Dos hombres más han tratado de sentarse al lado mío, pero les decía que estaba ocupado. Falta poco para las diez de la noche. Suena un celular, pero el tipo de bigotes no quiere contestar. Suena otra vez y se le escucha:”Sí, amor, sí, ya estoy yendo para al casa… en el cine… uno por el centro… por qué no te lleve…. Ya después hablamos”. Pasan unos minutos y entra a la sala la reina de este cine. Caminando sensualmente. Habla con algunos tipos y sigue buscando clientes. “Hola, solitario. Te hago compañía si quieres. Cinco soles la chupadita y ocho el completito”. Se sienta a mi costado
- ¿Cómo te llamas?-, le pregunto
-  Moana
- ¿Mamanda?
-  Jijiji. Mamanda no. Es Mo-a-na. Mo-a-na
- A-yaaaa…. ¿y por qué elegiste ese nombre de trabajo?
- Adivina-, dice jugando con sus labios.
- Aya…
- ¿Eres universitario?
- Sí-, le digo mientras siento su olor a sobaco, pis, condón y caca
- ¿Qué estudias?
- Ehm… ingeniería ambiental-, miento
Ella… o él… bueno, Moana suspira,  se toca las piernas mal depiladas y cuenta que estudió Derecho en la universidad Villarreal. Era el año  89 y solo estuvo un ciclo. Después empezó a trabajar en lo que sea. Tiene 39 años. Cuando entra al cine viene vestido de hombrecito y se cambia en el baño de mujeres. “Hay muchos travestis que lo hacen por diversión, porque le gustan. La mayoría es porque el padre los abandona, el hijo se vuelve hiperactivo, agresivos,  o gays le falta la imagen paterna”.
- ¿Y tú por qué eres así?
- Ayyyyy… yo desde siempre. Nueve a-ñi-tossss-
A este cine solo viene a veces. Se queda un rato, busca clientes, amores fugaces, sexo por minutos, unos cuantos soles y se va.  Esa es su naturaleza: La abeja reina solo usa a los machos y después los bota. Moana se despide. Algunas sombras empiezan a rondar la sala en busca de compañeros de sexo. La oscuridad los protege: les da como una armadura, les difumina los rostros, pero refuerza sus deseos ocultos.
Son las once de la noche. Los últimos gemidos de la noche son de la película y fin. La pantalla se queda negra. Pasan unos segundos así hasta que se prenden las luces. Todos tenemos cara como si saldríamos de un sueño pesado. Poco a poco empiezan a salir del cine. A fuera el viento golpea los cuerpos calientes. Recién se veo con quienes compartí estas horas viendo una película porno. Las miradas se cruzan. Han dejado de ser sombras y ahora son hombres con rostros. Ahí está el señor gordo de lentes que se atendió con Moana, el tío que fumaba cigarro tras cigarro, la pareja de chicos que tuvieron sexo, el pata de terno que no quería contestar su celular. La película ya terminó y para ellos, tal vez, la función de ser hombres comunes y corrientes continuara, solo hasta que vuelvan a la oscuridad.
FIN
1: ¿Has visto alguna película porno o has entrado a uno de estos cines? ¿Cómo te parecen?



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